Un préstamo personal es un contrato por el que recibimos una determinada cantidad de
dinero del banco destinado a la compra de un producto de consumo concreto, a cambio
del compromiso de devolver dicha cantidad más los intereses correspondientes.
Los préstamos personales también se llaman “de consumo” porque se destinan
normalmente a la compra de bienes y servicios de consumo como un coche, un
ordenador, amueblar la casa o pagarse unas vacaciones.
Antes de la contratación de un préstamo, los bancos están obligados a proporcionar al
cliente información completa y veraz sobre las características del préstamo, así como
las explicaciones adecuadas y suficientes para comprender sus términos esenciales.
¿Sabías que…?
Se llaman personales porque no hay ninguna garantía especial a parte de nuestros bienes, a diferencia del préstamo hipotecario en el que la garantía es la propia vivienda.
Como los bancos corren más riesgo que con los préstamos hipotecarios, los préstamos personales resultan más caros, el importe prestado es mucho menor y también disponemos de menos tiempo para devolverlos.